Tal y como se hace notar más adelante, existen tanto ventajas como desventajas
para el financiamiento con acciones preferentes.
Punto de vista del emisor.
Al utilizar acciones preferentes, una empresa
puede establecer en forma fija sus costos financieros y de tal forma puede retener una mayor parte de las utilidades potenciales futuras para su conjunto
actual de accionistas comunes y evitar aun de tal forma el peligro de caer en
quiebra si las utilidades son demasiado bajas para satisfacer estos cargos fijos.
Además, al vender acciones preferentes en lugar de acciones comunes, la
empresa evita el compartir el control con los nuevos inversionistas.
Sin embargo, las acciones preferentes ciertamente tienen una gran desventaja desde el punto de vista del emisor: tienen un costo de capital después de
impuestos más alto que el de las deudas. Las principales razones para que exista
este costo más alto están dadas por los impuestos: los dividendos preferentes
no son deducibles como un gasto fiscal, mientras que los gastos de intereses
sí lo son.3 Esto hace que el costo componente de las acciones preferentes sea
mucho mayor que el de los bonos (el costo de la deuda después de impuestos
es aproximadamente igual a dos tercios de la tasa de cupón ofrecida por las
empresas rentables, mientras que el costo de las acciones preferentes es igual
al monto porcentual total del dividendo preferente.)
Desde luego, el diferencial de la deducibilidad es de la mayor importancia para los emisores que se
encuentran en categorías fiscales relativamente altas. Si una compañía paga
una pequeña cantidad de impuestos o ninguna, ya sea porque es improductiva
o porque tiene una gran cantidad de depreciación acelerada, la deducibilidad
de los intereses no implica mucha diferencia. De tal forma, entre más baja sea
la categoría fiscal de una compañía, más probable será que emita acciones
preferentes.
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