Las culturas de muchos países en
vías de desarrollo son hostiles al funcionamiento de los
mercados. A menudo, la competencia entre las empresas o
la conducta lucrativa es contraria a las prácticas tradicio-
nales. a las creencias religiosas o a los intereses creados.
Sin embargo, la experiencia de muchas décadas sugiere
que los mercados es el instrumento más eficaz para gestio-
nar la economía y fomentar el crecimiento económico.
Ya se han descrito anteriormente algunos de los ele-
mentos de una política orientada hacia el mercado. Entre
los más importantes se encuentran la orientación de la po-
lítica comercial hacia el exterior, unos bajos aranceles y es-
casas restricciones cuantitativas, la facilidad de entrada y
salida y el fomento de la pequeña empresa y de la compe-
tencia. Por otra parte, donde mejor funcionan los mercados
es en un entorno macrocconómico estable, en el cual los
impuestos sean predecibles, los precios sean estables y los
presupuestos del Estado estén equilibrados.
Décadas de experiencias en docenas de países han lie
vado a muchos economistas del desarrollo a tenei la si
guiente visión sumaria de la mejor forma en que puede
fomentar el Estado el desarrollo económico:
El Estado tiene un papel fundamental que desempeñar en el
establecimiento y el mantenimiento de un saludable clima
económico.
Debe garantizar la ley y el orden, velar por el
cumplimiento de los contratos y orientar sus reglamentacio-
nes en favor de la competencia y la innovación. A menudo
desempeña un destacado papel en la inversión en capital hu-
mano por medio de la educación, la sanidad y el transporte,
pero debe reducir lo más posible su intervención o control de
sectores en los que no tiene una ventaja comparativa. El Es-
tado debe concentrar sus esfuerzos en áreas en las que haya
claros signos de fallo del mercado y debe desmantelar las re-
glamentaciones que supongan un obstáculo para el sector
privado en áreas en las que tenga una desventaja compara-
tiva.