A principios de 1994, el déficit presupuestario estimado del
año fiscal 1994 era del orden de 235.000 millones de dólares. Ese déficit afecta a la economía a corto plazo a través
de su influencia en la demanda agregada y a largo plazo a
través de su influencia en la producción potencial.
Para comprender las consecuencias del déficit presupuestarios públicos, debemos considerar las siguientes cuestiones:
• ¿Qué parte del déficit presupuestario es cíclico y cuál estructural?
• ¿Cuánta inversión «expulsan» los déficit y dónde se siente el efecto?
• ¿Cuál es la verdadera carga económica de la deuda pública y cómo afecta ésta al crecimiento económico? En el resto de este capítulo nos ocuparemos de estas cuestiones fundamentales.
Para comprender las consecuencias del déficit presupuestarios públicos, debemos considerar las siguientes cuestiones:
• ¿Qué parte del déficit presupuestario es cíclico y cuál estructural?
• ¿Cuánta inversión «expulsan» los déficit y dónde se siente el efecto?
• ¿Cuál es la verdadera carga económica de la deuda pública y cómo afecta ésta al crecimiento económico? En el resto de este capítulo nos ocuparemos de estas cuestiones fundamentales.
En el otro extremo de los proyectos de obras públicas
muy intensivos en capital y de larga duración se encuentran
los proyectos públicos de empleo. La idea en que se basan estos programas es sencilla: si el problema es el elevado desempleo, ¿por qué no crear empleo directamente? Estos programas tienen por objeto contratar trabajadores desempleados
durante un breve período de tiempo en empleos públicos,
tras los cuales pueden pasar a ocupar un empleo estable en el
sector privado. Uno de los mayores programas recientes de
este tipo fue la Comprehensíve Employment and Training
Act, CETA (ley general de empleo y formación), de los años
setenta, que en su momento de mayor auge proporcionó empleo público a más de 700.000 desempteados y jóvenes difíciles de colocar. Estos trabajadores hicieron de todo, desde
recoger hojas secas hasta trabajar en museos y teatros.
El tercer enfoque de la política riscal discrecional es la
modificación temporal de los impuestos sobre la renta.
Las reducciones de los impuestos pueden impedir que disminuyan las rentas disponibles y que el declive económico
se acumule como una bola de nieve y conduzca a una profunda recesión. La modificación de los tipos impositivos
puede utilizarse para estimular o moderar la economía.
Muchos de los defensores de la política de estabilización
discrecional ven en la modificación de los tipos impositivos
el instrumento fiscal ideal. Una vez que éstos se han modificado, los consumidores reaccionan rápidamente; la reducción de los impuestos se difunde ampliamente por toda
la población, estimulando el gasto en bienes de consumo y
generando una expansión económica. La Administración
Bush adoptó una variante de esta estrategia cuando bajó los
tipos de retención impositiva, permitiendo así a los contribuyentes posponer su pago de impuestos.