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miércoles, 18 de junio de 2014

Limitaciones de la política fiscal discrecional.

Aunque la política fiscal discrecional parece un instrumento atractivo, tiene importantes fallos. Pensemos, por ejemplo, en el gasto en obras públicas. La construcción de un puente o de una oficina de correos crea empleo, ciertamente, pero con un largo desfase. Pueden pasar muchos años hasta que se gaste una pane significativa de los fondos y se emplee a la gente. Es necesario hacer planes, dibujar planos, emitir permisos de contaminación; expropiar y comprar los terrenos, demoler edificaciones, y construir nuevas estructuras, Dado lo difícil que es predecir a un año o dos, podríamos encontrarnos con que el proyecto de obras públicos destinado luchar contra la recesión se ejecuta cuando la economía está recuperándose rápidamente de la recesión y la inflación está reavivándose. Por consiguiente, los proyectos de obras públicas son más eficaces para luchar contra larga» y profundas recesiones,
Los programas públicos de empleo evitan uno de los principales inconvenientes de los proyectos de obras públicas, ya que se pueden comenzar y abandonar muy deprisa, pero tienen otros problemas. La crítica principal es que son despilfarradores y gastan fondos en proyectos poco prioritarios; de hecho, en la década de 1930 los trabajadores a veces rastrillaban las hojas llevándolas de una acera a la otra y viceversa. Por otra parte, la transición de estos puestos de trabajo a otros estables ha sido dura: la mayoría de los estudios indica que el hecho de ocupar un empleo público no mejora significativamente las posibilidades de conseguir después un trabajo estable en el sector privado. 
E incluso la modificación anticíclica de los impuestos tiene serios inconvenientes. Normalmente, el Congreso tarda mucho tiempo en debatir y aprobar las propuestas fiscales. Por otra parte, los impuestos son muy controvertidos; los políticos que defienden su subida suelen perder las elecciones. Además, las modificaciones impositivas temporales pueden no lograr su propósito. Si los contribuyentes saben que los cambios impositivos son temporales, es posible que apenas alteren su consumo, por lo que el efecto anticíclico es pequeño.

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