El presupuesto del Estado desempeña tres grandes funciones económicas. En primer lugar, es un instrumento por
medio del cual la producción nacional se divide en consumo e inversión privados y públicos. En segundo lugar, el
presupuesto del Estado afecta, a través de los gastos directos y de los incentivos fiscales indirectos, a la oferta de factores como el trabajo y el capital y a la producción de sectores que van desde los automóviles hasta las cítaras. Pero
la tercera función es la política fiscal, es decir, la influencia
del presupuesto en los objetivos macroeconómicos clave.
Más concretamente, por política fiscal entendemos el pro-
ceso de configuración de los impuestos y del gasto público
para ayudar a amortiguar las oscilaciones de los ciclos
económicos y contribuir a mantener una economía creciente de elevado empleo y libre de una alta y volátil inflación.
Muchos de los primeros entusiastas del enfoque keynesiano creían que la política fiscal era como un pomo
que podían girar para controlar el ritmo de la economía. Un
aumento del déficit presupuestario significa un mayor estímulo del crecimiento económico, que podría reducir el
desempleo y sacar a la economía de una recesión. Una reducción del déficit presupuestario o un superávit presupuestario podrían frenar una economía recalentada y eliminar la amenaza inflacionista.
Actualmente, pocos creen que el ciclo económico puede
eliminarse con tanta facilidad. Unos 60 años después de
Keynes, las recesiones y las inflaciones siguen entre nosotros
y la política fiscal funciona mejor en teoría que en la práctica- Por otra parte, la política monetaria se ha convertido en el
instrumento preferido para mcxlerar las oscilaciones económicas. Aun así, siempre que aumenta el desempleo, como
ocurrió a principios de los años noventa, normalmente existen poderosas presiones para que el gobierno aumente el gasto publico
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