En el marco de la ley neoliberal del Banco Central de Bolivia (Ley N° 1670), éste se constituía como la única autoridad monetaria y cambiaria encargada de establecer el régimen cambiario y ejecutar la política cambiaria, normando la conversión del boliviano con relación a otras monedas. La nueva Constitución Política del Estado establece que el Estado a través del Órgano Ejecutivo determinará los objetivos de la política monetaria y cambiaria del país, en coordinación con el BCB, institución que en este caso tiene sólo la atribución de la ejecución de la política monetaria y cambiaria.
Desde mediados de los 90, Bolivia ha adoptado el régimen de tipo de cambio deslizante (crawling peg) en su versión activa, que consiste en pequeñas apreciaciones o depreciaciones no anunciadas del tipo de cambio nominal. Este sistema cambiario corresponde a la familia de Regímenes Cambiarios Intermedios que presentan un vínculo cambiario más flexible que los Regímenes Cambiarios Rígidos pero con activa intervención del Estado.
Aunque aún se encuentra vigente el régimen de tipo de cambio deslizante, los principales objetivos de la política cambiaria en el marco del nuevo MESCP son: primero, contribuir a la estabilidad macroeconómica ayudando a mantener una inflación baja y estable; segundo, mantener un tipo de cambio real competitivo en el tiempo con respecto a nuestros principales socios comerciales; y tercero, contribuir a la política de bolivianización.
La orientación cambiaria en el período 2007-2008, estuvo dirigida a moderar las presiones inflacionarias de origen externo y atenuar las expectativas inflacionarias; asimismo, se dirigió a fomentar la bolivianización de la economía que, junto con el aumento del costo para las operaciones en dólares estadounidenses lograron generar un clima adecuado para la bolivianización.
La apreciación nominal del boliviano en los años 2007-2008 ha sido moderada en comparación a los principales socios comerciales que han mostrado altas fluctuaciones en sus tipos de cambio, con fuertes apreciaciones inicialmente en todos estos países, para luego determinar depreciaciones de sus monedas frente al dólar estadounidense, lo cual generó una gran incertidumbre y expectativas cambiarias en esos paises.
La política cambiaria boliviana fue diferente a la de los mencionados países, ya que luego de una apreciación moderada del boliviano con respecto al dólar estadounidense, posteriormente, el tipo de cambio se mantuvo estable en medio de un contexto de alta volatilidad de los tipos de cambio por la crisis financiera internacional.
En este escenario internacional, la política cambiaria aplicada pudo mantener un tipo de cambio real competitivo, generando simultáneamente una estabilidad cambiaria que contribuyó a consolidar el mercado interno, la importación de insumos y bienes de capital y mantener bajo control las expectativas cambiarias.
Por su parte, la dirección de la política cambiaria ha estado también influida por la alta oferta de dólares estadounidenses en nuestra economía, situación que termina expresándose en el extraordinario crecimiento de las reservas internacionales del BCB. En un régimen de mayor flexibilidad cambiaria, el tipo de cambio hubiese tenido que bajar fuertemente (apreciación) y podría haber afectado la actividad económica en la producción de bienes transables y de otros productos y, consiguientemente el empleo.
El año 2006 se consolidó la ampliación del diferencial entre el precio de venta compra del dólar estadounidense a 10 centavos sin ningún trauma en la economía boliviana. Esta medida estuvo orientada a apoyar el objetivo de profundizar la bolivianización, dado el alto grado de dolarización que tenía la economía boliviana. Por ejemplo, en el pasado la mayor parte de los ahorristas en el sistema financiero no obstante de recibir sus ingresos en moneda nacional, tenían cuentas en dólares. Por tanto, la ampliación del diferencial cambiario hacía que los cambios de bolivianos a dólares estadounidenses y luego para el gasto en la operación inversa, se encarezca, es decir, esta medida pretendía desalentar la tenencia de dólares y contribuir a la bolivianización.
Los movimientos del tipo de cambio han seguido la dirección que señalan sus principales determinantes, tratando siempre, en lo posible, que este instrumento contribuya a la estabilidad económica y promueva la remonetización de la economía, pero tomando muy en cuenta lo que sucede en el contexto internacional.
A diferencia de otros países de la región, la política cambiaria boliviana evitó movimientos bruscos del tipo de cambio que habrían afectado negativamente al sistema financiero, la asignación de recursos y la actividad económica.
La estabilidad de la paridad cambiaria ha contribuido a diluir las expectativas infundadas de una eventual depreciación que surgieron por los incrementos de las monedas de la región con respecto al dólar estadounidense debido a la irrupción de la crisis financiera internacional.
Frente al estallido de la crisis financiera en agosto de 2007, profundizándose aún más a mediados de 2008, en octubre de éste último el BCB aumentó la oferta diaria de dólares en el bolsín de $us15 millones a $us50 millones diarios, dando una señal clara de la fortaleza de las reservas internacionales que alcanzaron niveles históricamente altos. Adicionalmente se aplicaron incrementos a las comisiones por transferencias de recursos al exterior y disminuciones a las transferencias del exterior que las entidades financieras realizan a través del BCB.
En 2009 se mantuvo estable el tipo de cambio en un contexto internacional de fuertes perturbaciones financieras y alta volatilidad de los tipos de cambio en la región y el mundo. La política cambiaria se orientó a preservar el proceso de bolivianización y la estabilidad financiera, respaldada por un elevado nivel de las reservas internacionales que ayudó a atenuar los efectos adversos del choque externo.
La estabilidad cambiaria no generó desalineamientos en la paridad cambiaria, puesto que el índice del tipo de cambio nominal de Bolivia se ubicó sistemáticamente por encima al de los principales socios comerciales de la región, con excepción de Argentina, porque estos países tuvieron un mayor ritmo de apreciación de sus monedas, por la creciente afluencia de capitales desde otras economías. Bolivia ha sido el país cuyo tipo de cambio real se ha alejado menos del promedio, es decir que nuestro país no presenta un desalineamiento de su tipo de cambio real.
Durante 2010 continuó la estabilización del tipo de cambio, con leves apreciaciones entre noviembre y diciembre de esa gestión.
El año 2011, la moneda nacional experimentó mini-revaluaciones, ante presiones inflacionarias en los dos primeros meses de esa gestión. Las apreciaciones mencionadas junto a otras medidas antiinflacionarias permitieron revertir la tendencia creciente de los precios en abril de 2011.
Desde noviembre de 2011 el tipo de cambio se mantiene sin modificaciones, en línea con el crecimiento económico y el elevado nivel de las reservas internacionales.
La orientación de la política cambiaria permitió mantener un tipo de cambio real consistente con su tendencia de largo plazo y concordante con la establecida por sus fundamentos. Según estudios realizados por la CEPAL, muestran que Bolivia se ubica en un punto intermedio (80).
Como resultado del régimen cambiario vigente, la baja integración del mercado de capitales de corto plazo boliviano con el resto del mundo y las medidas para prevenir movimientos abruptos de divisas (comisiones a la entrada y salida de divisas y los límites a las inversiones en el exterior), en el caso boliviano, no se advirtieron los efectos de los fenómenos suscitados en las economías vecinas.
80 Ver Informe de Política Monetaria (IPM) del Banco Central de Bolivia de enero de 2013.
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