Crisis de dominación y crisis estructural
En los últimos años del neoliberalismo hasta 2005, Bolivia vivió dos tipos de crisis, una de dominación y otra estructural en el plano económico y social. La crisis de dominación, o del sistema político, se refiere a la inexistencia de una hegemonía nacional tales en el orden político y económico, y debido a esa situación, las decisiones fundamentales acerca de la dinámica social, económica y política recaían en fuerzas externas, organismos multilaterales y empresas transnacionales.
Simultáneamente, en esos últimos años emergieron los movimientos sociales, cuestionando dos hechos históricos fundamentales. Primero, la historia larga, es decir la forma cómo se construyó Bolivia a lo largo de su vida republicana, dejando saldos tales como la discriminación, racismo y exclusión económica, política, social y cultural afectando, por supuesto, a la mayoría de la población indígena originario campesina. Segundo, la historia corta, esto es a la democracia representativa y al neoliberalismo que acentuaron y profundizaron los rasgos anteriores.
Consolidación del patrón de desarrollo primario-exportador
En las dos estrategias de desarrollo, vigentes sucesivamente desde la década del cincuenta: Capitalismo de Estado (1952-1985) y Neoliberalismo (1985-2005), se consolidó el modelo primario-exportador, la diferencia fue el desplazamiento de las exportaciones de la minería hacia los hidrocarburos. Es decir, la producción, explotación y exportación de recursos naturales no renovables fueron la base que permitió la construcción de las relaciones económicas, políticas y sociales en nuestro país.
Se constituyó un eje de crecimiento asentado en las ventajas comparativas estáticas, cuyos pilares centrales son la explotación de las actividades primarias proveedoras de materias primas y de la fuerza laboral.
El modelo primario-exportador generó una economía dual. Por una parte, un segmento moderno constituido por empresas transnacionales y algunas empresas nacionales grandes, cuyas características fueron la presencia de un nivel tecnológico importante, alta productividad, vinculación con el mercado internacional, uso intensivo en capital, poca generación de empleo y que se apropia del excedente económico para sus propios intereses-cabe señalar que las políticas estatales de los gobiernos neoliberales alentaron prioritariamente este sector-. Por otra, un segmento atrasado conformado por empresarios nacionales y unidades de pequeña y micro escala, con las siguientes particularidades: un fuerte rezago tecnológico, baja productividad, inaccesibilidad al capital debido a las altas tasas de interés fijadas por el oligopolio financiero, bajos márgenes de ganancia, niveles de sobrevivencia, vinculación al mercado interno, pero con capacidad de generar la mayor cantidad de empleo. A lo largo de la historia, éste sector estuvo excluido y relegado de las políticas estatales.
Privatización de la generación y uso del excedente económico
La característica fundamental del proceso neoliberal fue la privatización de la generación, apropiación y distribución del excedente económico a favor de las empresas extran- jeras y las nacionales vinculadas a éstas. Las medidas aplicadas, desde el D.S. N° 21060 en 1985, la Ley No 1182 de Inversiones en 1990, la Ley No 1330 de privatización en 1992 y la Ley No 1544 de Capitalización en 1994, principalmente, fueron los instrumentos creados para este objetivo. En efecto, en la década de los 90, las principales empresas estratégicas del país, como YPFB, ENTEL, ENDE, y las minas de COMIBOL fueron entregadas a precio de gallina muerta a empresas extranjeras transnacionales, así el Estado perdió totalmente el control del ciclo de la generación de excedente y Bolivia se convirtió en exportadora de capitales a los países desarrollados.
Desestructuración productiva y empresarial
El ciclo primario-exportador, en el marco del neoliberalismo, se caracterizó por presentar dos elementos centrales que permiten explicar la dinámica del aparato productivo. Por una parte, la conformación de una economía dual, un segmento moderno y otro tradicional y, por otro lado, la profundización de una visión de enclave.
Se acentuó la economía de enclave, especialmente, por la importancia que toman los hidrocarburos. El enclave se resume en la producción y salida del excedente económico sin control por parte del Estado y sin beneficio para las regiones y la sociedad. Asimismo, por la concentración del excedente en manos de las empresas transnacionales y ciertos grupos sociales, profundizando la desigual distribución del ingreso en el país.
Estancamiento del sector externo
El neoliberalismo se planteó como un objetivo central el de reorientar el aparato pro- ductivo nacional hacia la exportación, diversificando la producción y los mercados de exportación, habiendo establecido la consigna de "exportar o morir".
Después de 20 años, el perfil y composición de las exportaciones no mejoró ni se diversificó como se prometió, se continuó exportando materias primas a las que sólo se añadió la producción y exportación de soya.
Pobreza, empleo e ingresos
La estructura del mercado de trabajo urbano estaba conformado por el 68% del empleo en el sector informal urbano y el 32% en el Estado y las empresas privadas.
Estas condiciones laborales, contribuyen en gran medida a mantener o acentuar la pobreza de las familias porque los ingresos que obtenían no cubrían la canasta mínima de consumo, obligando a la fuerza de trabajo a venderse por magros salarios.
Finanzas públicas
En los 20 años de neoliberalismo los distintos gobiernos y los organismos multilaterales fomentaron un culto a la estabilidad económica y financiera en detrimento del crecimiento, desarrollo, la reestructuración productiva y la generación de empleo, ya que el primero no logró generar condiciones propicias para el crecimiento. Por tanto, esta constatación permite señalar que las políticas neoliberales se concentraron en la estabilización y no en los aspectos fundamentales de la sociedad, la reestructuración productiva y la creación de empleo.
Además, la salud macroeconómica, si bien fue estable, tuvo poco impacto en las condiciones de vida de la población. Mientras los indicadores macroeconómicos expresaban cierta estabilidad, la población no estaba satisfecha porque sus principales preocupaciones no fueron subsanadas, ni sembraba esperanzas que, bajo ese modelo, pudiera alcanzarlas algún día.
Las finanzas públicas mostraban una situación extremadamente vulnerable, el déficit fiscal crónico provocó la presencia de una deuda pública explosiva, generando una dependencia extrema de los organismos multilaterales.
Por otro lado, la privatización de la seguridad social de largo plazo provocó una fuerte elevación de la deuda interna del Tesoro General del Estado, cuyo financiamiento provino de los recursos que gestionaban las Administradoras de Fondos de Pensiones y del sistema bancario.
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