Antes del ciclo 2000-2005 de movilizaciones sociales, es pertinente recordar la marcha de los pueblos indígenas benianos que se realizó en 1990.
Esta marcha por el "Territorio y la Dignidad" tuvo muchas significaciones, por un lado fue una movilización que pretendía y lo logró, buscar el reconocimiento de los pueblos indígenas de tierras bajas y, por otro lado, reclamar sus derechos fundamentales.
En esta marcha se mostraron rostros ocultos durante siglos, primero en la colonia y después en la República, explotados por los señores de la goma, los madereros, ganaderos además, olvidados y desconocidos por el Estado. La problemática de los pueblos indígenas de las tierras bajas ha sido sistemáticamente ignorada desde la fundación de la República.
Su aparición desde las llanuras benianas a las cumbres andinas, fue una interpelación al Estado y la sociedad. La reforma agraria no les llegó, durante años el Estado no ha reconocido, legalizado menos consolidado el derecho que tienen a la tierra y a su territorio y tampoco los diferentes gobiernos de turno hicieron nada por mejorar las condiciones socioeconómicas del pueblo beniano y entre ellos los indígenas de ese departamento. Fue una demanda por los legítimos e inalienables derechos originarios sobre las tierras que ocuparon desde sus antepasados antes de la colonia.
Grupos empresariales como el de los madereros, que fruto de sus relaciones de clase con los gobiernos neoliberales, obtuvieron dudosas concesiones de explotación forestal, avasallaban los ancestrales territorios indígenas y les exigían mostrar sus títulos de propiedad que la República nunca les había otorgado. Madereros que devastaban en una explotación irracional los bosques que pertenecían a estas comunidades. Su lucha era por el reconocimiento a un territorio digno y justo.
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