Independientemente de que se invierta en equipo, tecnología
médica, educación universitaria o reforestación, si los tipos
de interés reales son más bajos, se fomentará la inversión.
En algunas áreas de inversión, especialmente en la educación y la sanidad, los gobiernos tienen grandes responsabilidades.
En Estados Unidos, la educación preuniversitaria es financiada y gestionada por las administraciones de
los estados y los municipios.
El capital humano se mejora
principalmente aumentando la eficiencia de las escuelas
públicas más que limitándose a asignarles más dinero. La
educación universitaria es un interesante caso. Algunos
estudios sugieren que la inversión en capital humano que
suponen los estudios universitarios tiene un rendimiento
del orden de un 10 por ciento al año.
El fomento de la inversión privada o la asignación de fondos públicos para aumentar la enseñanza universitaria es una forma intangible
de mejorar la productividad y de aumentar el crecimiento
económico y beneficia indirectamente a los individuos.
Algunos economistas han afirmado que el Estado también tiene un papel especial que desempeñar en otras áreas
de la economía, especialmente en el gasto en infraestructura pública.
En los últimos 10 años, ha surgido un acalorado debate sobre la posibilidad de aumentar la productividad de Estados Unidos gastando más en áreas
tradicionales como las autopistas, los puentes, los aeropuertos y otros aspectos de la infraestructura pública, así
como en nuevas áreas como la «superautopista de la información». Parece que se ha llegado a la conclusión de que
en algunas circunstancias limitadas el aumento del gasto en
infraestructura puede influir poderosamente en la productividad.
El aumento de la inversión para acelerar el crecimiento debe ser una política amplia que afecte no
sólo a la inversión empresarial sino también a la riqueza humana y tecnológica y a otros tipos de riqueza tangible e intangible.
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