Fijación de un objetivo para el crecimiento de la
producción nominal. Ante la creciente inestabilidad de la
velocidad, algunos destacados macroeconomistas han defendido la fijación de un objetivo para el crecimiento del PIB
nominal en lugar de la oferta monetaria. Se basan esencialmente en el argumento de que el banco central está encargado de garantizar la estabilidad de los precios. Como la
producción potencial real tiende a crecer de una manera relativamente uniforme, la fijación de un objetivo para el crecimiento de la producción nominal a largo plazo garantizará
una tasa de inflación igual al crecimiento de la producción
nominal menos el crecimiento de la producción potencial
real.
Este objetivo tiene la doble ventaja de permitir al banco
central centrar la atención en las variables económicas últi
mas y permitir al mismo tiempo que las reglas del bánco se
adapten a la cambiante estructura económica.
Quienes critican las reglas rígidas se preguntan si estas
pueden mejorar - . ..Imente Jos resultados económicos.
Apuntan al experimento monctarisla de 1979-1982, que
es el caso en el que Estados Unidos se ha aproximado más
a un sistema de reglas fijas. En ese período se desencadenó
la reccsión más profunda que se ha registrado desde la
Gran Depresión y después de 1983 se abandonaron los rígidos procedimientos operativos.
Los escépticos temen
que la economía sea demasiado compleja para que se rija
por unas reglas fijas. Haciendo una analogía, se preguntan
si defenderíamos la imposición de un límite de velocidad
fijo para los automóviles o un piloto automático para los
aviones en lodos los tipos de climatología y emergencias.
El debate sobre las reglas y la discreción es uno de los
más antiguos de la política económica.
No existe un enfoque
que sea el mejor en todo momento y en todo lugar. De hecho, el dilema refleja la dificultad que tienen las sociedades
democráticas para elegir entre las medidas a corto plazo
destinadas a conseguir el apoyo político y las medidas a largo plazo encaminadas a aumentar el bienestar general. Lo
que se necesita no es una obediencia rígida a las reglas, sino
una dedicación al bien público que tenga suficiente visión de
futuro. Paradójicamente, una de las autoridades económicas
más aclamadas desde la Segunda Guerra Mundial ha sido el
presidente de la Reserva Federal Paul Volcker (1979-1987),
cuyo mandato se caracterizó por los acusados cambios discrecionales de la política destinados a reducir la inflación y a
proteger e! sistema financiero del país. Su éxito en las dos
áreas es un testimonio de la fuerza que tienen las medidas
discrecionales sensatas y desinteresadas.
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