Tras la revolución keynesíana, las democracias capitalistas creían que podía florecer y crecer rápidamente atenuando al mismo tiempo los extremos del desempleo y la
inflación, la pobre/a y la riqueza, los privilegios y la privación. Muchos de estos objetivos se cumplieron cuando
las economías de marcado atravesaron un período nunca
visto do expansión de la producción y de crecimiento del
empleo. los marxistas siempre han afirmado que el capitalismo estaba condenado a caer en una catastrófica depresión; los ecologistas han señalado preocupados que
las economías de mercado va a ahogarse en sus propios
humos y deshechos, y los libertarios temen que los remedios patrocinados por el Estado sean peores que la enfermedad. Pero los pesimistas han pasado por alto el espíritu de empresa al que da rienda suelta el libre mercado y
que conduce a una continua corriente de mejoras tecnológicas.
La despedida de John Maymud Keynes, tan oportuna
hoy como en épocas pasadas, constituye una buena conclusión a nuestro estudio de la macroeconomía:
Es la empresa la que construye y mejora la riqueza mundial. Si
la empresa esta alerta, se acumula riqueza independientemente de lo que ocurra con la frugalidad; y si está dormida, la riqueza disminuye independientemente de lo que haga la frugalidad.
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