A. La gestión del ciclo económico
- Los países han de hacer dos consideraciones cuando fijan la política monetaria y fiscal: el nivel adecuado de demanda agregada y la mejor combinación de medidas monetarias y fiscales. La combinación de medidas fiscales y monetarias contribuye a determinar la composición del PIB. Una estrategia de elevada inversión exigiría un superávit presupuestario, así como una política monetaria expansiva. En la práctica, se ha adoptado una política fiscal muy suave y una política monetaria dura, receta segura para conseguir un bajo cociente entre la inversión y el PIB y un lento crecimiento de la producción potencial.
- La política fiscal se ha convertido en un instrumento menos útil para la política de estabilización. Por consiguiente, para intentar estabilizar la economía. Estados Unidos recurre actualmente casi por completo a la política monetaria. En los modelos econométricos, que utilizan técnicas estadísticas para estimar la influencia de los cambios de la política monetaria en la macroeconomía, se observa en general que los cambios de la oferta monetaria afectan sobre todo a la producción a corto plazo y que conforme pasa el tiempo, cada vez es mayor la influencia en el PIB nominal que se refleja en los precios y los salarios tendenciales.
- ¿Deben seguir los gobiernos unas reglas fijas o adoptar medidas discrecionales? En la respuesta intervienen tanto la economía positiva como los valores políticos. Los conservadores suelen defender las reglas y los liberales abogar por una sintonización perfecta de la política monetaria con el fin de alcanzar los objetivos económicos. Más básica es la cuestión que se refiere a la conveniencia o no de adoptar medidas activas y discrecionales para estabilizar o desestabilizar la economía. Los economistas destacan cada vez más la importancia de las políticas creíbles, ya se basen en reglas fijas o en un liderazgo sensato.
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