Para explicar el principio de la ventaja comparativa, comenzamos con un sencillo ejemplo de especialización de los individuos y a continuación pasamos a examinar el caso más general de especialización y ventaja comparativa de los países.
Consideremos el caso del mejor abogado de la ciudad
que también es el mejor mecanógrafo. ¿A qué debe dedicar
el tiempo? ¿Debe redactar y mecanografiar sus propios
expedientes o debe dejar el trabajo mecanográfico a su secretaria?
Es evidente que debe concentrarse en las actividades jurídicas, en las que utiliza más eficazmente sus
cualificaciones relativas o comparativas.
O enfoquemos el caso desde el punto de vista de la secretaria.
Esta es una buena mecanógrafa, pero realizar investigaciones judiciales y redactar un expediente sería trabajoso para ella, en el mejor de los casos, e imposible, en el
peor. Es en términos absolutos menos eficiente que el abogado tanto en la investigación judicial como en la mecanógrafa, pero es en términos relativos o comparativos más
eficiente en la mecanografía.
En esta situación, lo más eficiente es que el abogado se
especialice en la abogacía y la secretaria en la mecanografía.
H patrón más eficiente y productivo de especialización es que los individuos o los países se especialicen en las actividades en las que sean en términos relativos o comparativos
más eficientes que otros, lo cual debe suponer que algunos
pueden especializarse en áreas en las que sean en términos
absolutos menos eficientes que otros. Pero incluso aunque
los individuos o los países sean en términos absolutos menos
o más eficientes que otros, todas y cada una de las personas
y de los países tendrán una clara ventaja comparativa en
unos bienes y una clara desventaja comparativa en otros.
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