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miércoles, 20 de agosto de 2014

La gestión de la demanda - II

Aunque los desfases en el reconocimiento, la respuesta y la eficacia están presentes tanto en la política monetaria como en la fiscal, el desfase en la respuesta puede ser ton largo en el caso de esta última que resulte inútil para la estabilización. El desfase en la respuesta se ha alargado en los últimos años al haberse vuelto más complejos los procedimientos presupuestarios del Congreso de Estados Unidos, donde existe un desfase de casi un año entre las recomendaciones presidenciales y las medidas finales del Congreso. Otra dificultad se halla en que resulta más fácil bajar los impuestos que subirlos y aumentar el gasto que reducirlo. Durante la década de 1960. el Congreso se mostró encantado de aprobar las reducciones de los impuestos de Kennedy. Dos años más tarde, cuando la expansión generada por la guerra de Vietnam llevó a la economía por encima de su producción potencial y fue necesario adoptar medidas contractivas, el presidente Johnson y el Congreso sólo intervinieron cuando ya había aumentado la inflación. Asimismo, el presidente Bush tuvo que luchar denodadamente para conseguir que el Congreso aprobara una subida relativamente baja de los impuestos dentro de un conjunto de medidas adoptadas en 1990 para reducir el déficit e incluso este pequeño paso le perjudicó enormemente dentro del Partido Republicano y contribuyó a su derrota en 1992.
Por otra parte, incluso cuando la política fiscal se pone en marcha rápidamente, puede no dar tan buen resultado como antes pensaban los macroeconomistas. Por ejemplo, muchos economistas solían defender el recorte temporal de los impuestos durante las recesiones y su subida temporal cuando la economía se recalentaba y se avecinaba una inflación. Sin embargo, algunos estudios indican que los consumidores se dan cuenta de que los cambios impositivos son temporales y no alteran mucho sus patrones de gasto, ya que los cambios temporales de los impuestos apenas afectan a la renta permanente, es decir, a la renta que reciben a lo largo de toda su vida. Por otra parte, el «efecto Barro», según el cual la reducción de los impuestos no afecta a los consumidores perspicaces, ha reforzado la crítica económica de la política fiscal.

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