El estado que se conoce como bancarrota empieza realmente cuando una empresa es
incapaz de satisfacer los pagos programados sobre su deuda o cuando las proyecciones
de flujo de efectivo de la empresa indican que pronto será incapaz de satisfacer sus
pagos. A medida que se desarrollan los procedimientos de bancarrota, surgen los
siguientes aspectos de importancia central:
- ¿Proviene la incapacidad de la empresa para hacer los pagos programados de un problema temporal de flujo de efectivo, o representa un problema permanente ocasionado por el hecho de que los valores de los activos han disminuido por debajo de las obligaciones provenientes de las deudas?
- Si el problema es de naturaleza temporal, entonces se puede celebrar un convenio que prorrogue los pagos para darle a la empresa un plazo suficiente para que se recupere y para que satisfaga a todos los interesados. Sin embargo, si los valores básicos de los activos a largo plazo han declinado verdaderamente, habrán ocurrido pérdidas económicas. En este caso, ¿quién debería absorber las pérdidas?
- ¿Vale más la compañía muerta que viva? Es decir, ¿sería más valioso el negocio si se mantuviera y continuara en operación o si fuera liquidado y vendido en partes?
- ¿Quién debería controlar a la empresa mientras está siendo liquidada o rehabilitada? ¿Debería permanecer en el control la administración existente, o debería establecerse un fideicomisario a cargo de las operaciones?
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