Alexandcr Hamilton propuso en su famoso Report on Manufactures (1791) fomentar el crecimiento de la
industria protegiendo a las jóvenes de la competencia extranjera. Según esta doctrina, que fue apoyada con cautela
por los economistas partidarios del libre comercio como
John Stuart Mili y Alfred Marshall, hay sectores en los
que un país podría tener una ventaja comparativa con sólo
ayudarlos a ponerse en marcha.
Esas «industrias nacientes» no serian capaces de sortear el
período inicial de puesta en marcha y experimentación si tuvieran que hacer frente desprotegidas al ventarrón de la competencia internacional. Sin embargó, con una ayuda temporal,
podrían desarrollar las economías de la producción en serie,
una mano de obra cualificada, unos inventos bien adaptados a
la economía local y la eficiencia tecnológica característica de
muchas industrias maduras. Aunque la protección elevara al
principio los precios que pagaría el consumidor, la industria
sería tan eficiente una vez desarrollada que bajarían, de hecho, los costes y los precios. Un arancel estaría justificado si
los beneficios que reportara a los consumidores más tarde
fueran suficientemente grandes para compensar los altos precios soportados durante el período de protección.
Este argumento debe
sopesarse con cautela. Los estudios históricos muestran algunos casos reales de industrias nacientes que se
desarrollaron y lograron valerse por sí solas. Y algunos estudios de los países que han conseguido industrializarse
recientemente (como Singapur y Corea) indican que a menudo éstos nan protegido sus industrias manuí'actu-re ras de las importaciones durante las primeras fases de la industrialización. Pero la historia de los aranceles revela aún
más casos contrarios de industrias eternamente protegidas
que no han dejado los pañales después de muchos anos.
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