Históricamente, uno de
los argumentos más poderosos en favor de la protección ha
sido el deseo de aumentar el empleo durante los períodos de recesión o de estancamiento. La protección crea empleo
elevando los precios de las importaciones y desviando demanda hacia la producción nacional; la Figura 35-8 muestra este efecto. Al aumentar la demanda nacional, las empresas contratarían más trabajadores y disminuiría el
desempleo 4. Se trataría también de una política de empobrecer al vecino, pues elevaría la demanda nacional a expensas de la producción y el empleo de otros países.
Sin embargo, aunque la protección económica puede
elevar el empleo, no constituye un programa eficaz para
conseguir un elevado empleo, eficiencia y precios estables. El análisis macroeconómico muestra que hay mejores
maneras de reducir el desempleo, además de la protección
contra las importaciones. Utilizando correctamente la política monetaria y la fiscal, un país puede aumentar la producción y reducir el desempleo. Por otra parte. Ja utilización de medidas macroeconómicas generales permite a los
trabajadores desplazados de los puestos de trabajo de baja
productividad de las industrias que están perdiendo su venlaja comparativa trasladarse a los puestos de elevada productividad de las industrias que tienen una ventaja comparativa.
Esta lección quedó ampliamente demostrada durante
los años ochenta. Entre 1982 y 1987, Estados Unidos creó
15 millones de puestos manteniendo al mismo tiempo un
mercado abierto y bajos aranceles y aumentando acusadamente su déficit comercial: en cambio, los países europeos no crearon casi ningún puesto y mostraron superávit
comerciales.
Otra manera de analizar la influencia de las barreras
comerciales en el empleo es medir el «coste de los puestos
creados restringiendo las importaciones». Numerosos estudios económicos han analizado el coste económico que
se impone cuando se establecen aranceles o contingentes
sobre una industria. Consideremos, por ejemplo, el establecimiento de contingentes voluntarios sobre las importaciones norteamericanas de automóviles japoneses en los
años ochenta. Según los estudios oficiales, estos contingentes aumentaron el empleo en la industria del automóvil
en 30.000 trabajadores aproximadamente entre 1983 y
1984. Se estima que por los 7 millones de automóviles
comprados anualmente en ese período los consumidores
pagaron por automóvil una media de 500$ más de lo que
habrían pagado si no hubiera habido contingentes. El coste
por puesto de trabajo para el consumidor fue, en promedio,
de unos 3.500 millones de dólares/30.000 = algo más de
100.000S por puesto Este tipo de cálculos muestra que la
protección es sumamente ineficiente para elevar el empleo.
En suma:
Los aranceles y la protección contra las importaciones son ineficientes para crear empleo o reducir el desempleo. Es más eficaz la política monetaria y fiscal nacional.
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