En el pasado, muchas empresas han establecido un dividendo específico anual en dólares por acción y posteriormente lo han mantenido, y han incrementado el dividendo anual tan sólo cuando les ha parecido claro que la utilidades futuras serán suficientes para permitir que el nuevo dividendo se mantenga.
La siguiente regla ha sido propuesta como corolario de esta política: No se reduzca nunca el dividendo anual.
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