La explosión demográfica: el legado de Malthus.
Muchos países pobres no dejan de correr a toda prisa pero
no consiguen avanzar. Incluso cuando aumenta el PíB de
un país pobre, también aumenta su población, por lo que
una gran parte del hemisferio sur. especialmente Africa, si-
gue estando atrapada en la trampa rnalthusiana de unas
elevadas tasas de natalidad y una renta estancada. Y la ex-
pansión demográfica no se ha detenido: los demógrafos
prevén que la población de los países pobres se incremen-
tará alrededor de 1.500 millones de personas en los próxi-
mos 25 años, mientras que la de los países de renta alia au-
mentará quizá en 50 millones.
Es difícil para los países pobres superar la pobreza con
unas tasas de natalidad tan altas. Pero existen vías para
salir de la trampa rnalthusiana. Una estrategia consiste en
tomar firmes medidas para frenar el crecimiento de la po-
blación, aun cuando esas medidas vayan en contra de las
normas religiosas vigentes. Muchos países han introducido
campañas educativas y han subvencionado el control de la
natalidad. China ha tomado medidas especialmente contundentes para frenar el crecimiento demográfico de sus
más de 1.000 millones de habitantes, limitando rigurosamente el número de nacimientos e imponiendo sanciones
económicas y la esterilización obligatoria a quienes traspasen su «cuota de hijos».
Y por lo que se refiere a los países que consiguen aumentar sus rentas per cápita, existe la perspectiva de realizar la transición demográfica y pasar a tener una población
estable con unas bajas tasas de natalidad y de mortalidad.
Una vez que ios países son suficientemente ricos y disminuye la mortalidad infantil, la población reduce voluntariamente sus tasas de natalidad. Ya no necesitan tantos hijos para ayudar a trabajar la tierra. Cobra más importancia
la dedicación de recursos a proporcionar una buena educación a menos hijos. México, Corea y España han visto todos ellos cómo descendían enormemente sus tasas de natalidad al aumentar su renta y recibir más educación su
población.
Los resultados del desarrollo económico y del control de
la natalidad están dejándose sentir lentamente. La tasa de
natalidad de los países pobres ha descendido de 42 por
1.000 en 1965 a 30 por 1.000 en 1990, pero sisue siendo
muy superior a la de 13 por 1.000 de los países de renta
alta. Prosigue la lucha contra la pobreza provocada por el
excesivo crecimiento de la población.
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