Para resaltar los contrastes entre las economías avanzadas y
las economías en vías de desarrollo, imagine el lector que
es una persona representativa de 21 años que vive en uno
de los países de renta baja, como Mali, la India o Bangla desh.
Es pobre. Incluso calculando generosamente los bienes que produce y consume, su renta media anual apenas
llega a los 500S. Un joven similar que viva en Norteamérica posiblemente percibirá unos ingresos medios superiores
a los 20.000$. Quizá se consuele pensando que en el mundo solamente 1 persona de cada 4 tiene, en promedio, más
de 3.000$ anuales. Por cada uno de sus compatriotas que
sabe leer, hay uno como usted que es analfabeto. Su esperanza de vida es poco más de cuatro quintos de la de una
persona media de un país avanzado; dos de sus hermanos
ya han muerto antes de llegar a la edad adulta. Las tasas de
natalidad son altas, especialmente en el caso de las familias
en las que las mujeres no reciben educación, pero las tasas
de mortalidad son mucho más altas que en los países que
poseen un buen sistema sanitario.
La mayoría de sus compatriotas trabaja en el campo.
Pocos son los que la producción de alimentos puede liberar
para trabajar en las fábricas. Usted sólo trabaja con V^de
la fuerza mecánica con que trabaja un próspero norteamericano. Sabe usted poco de ciencia, pero mucho de tradiciones populares.
Usted y sus conciudadanos de los 40 países más pobres
constituyen el 55 por ciento de la población mundial, pero
deben repartirse solamente un 4 por ciento de la renta mundial. Suele tener hambre y los alimentos que come consis
ten principalmente en cereales o arroz. Aunque se encuentra entre los que tienen algunos estudios primarios, no hizo
estudios secundarios, como casi ninguno de sus amigos;
sólo los más ricos van a la universidad. Trabaja muchas horas en el campo sin maquinaria. Por la noche duerme sobre
una estera. Apenas tiene muebles en su casa, tal vez una
mesa y una radio. Su único medio de transporte es un viojo par de botas.
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