Los políticos y los líderes empresariales suelen sostener
que el gasto público socava la economía, afirmando, de
hecho, que «el gasto público absorbe la vitalidad del país.
Cuando el Estado gasta el dinero de los ciudadanos en
proyectos de obras públicas o en programas sanitarios para
los pobres o los ancianos, estos fondos lo único que hacen
es expulsar proyectos privados que tendrían mayores rendimientos y mayor utilidad social».
Este argumento —según el cual el gasto público reduce
la inversión privada— invoca la hipótesis del efecto-expulsión. Esta hipótesis, en su versión extrema, sugiere que
cuando el Estado gasta 100$ más en bienes públicos, la inversión privada y otros gastos sensibles a los tipos de interés disminuyen en 100$.
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