Durante siglos, los gobiernos han recurrido a los aranceles
y a los contingentes para recaudar ingresos e influir en el
desarrollo de determinadas industrias. Desde el siglo xvm
—en que el parlamento británico intentó imponer aranceles
sobre el té, el azúcar y otras mercancías a sus colonias
americanas— la política arancelaria ha sido suelo fértil
para las revoluciones y las luchas políticas.
Para comprender los efectos económicos de los aranceles y los contingentes, podemos utilizar el análisis de oferta y demanda. En primer lugar, obsérvese que un arancel
es un impuesto sobre las importaciones. El Cuadro 35-2
muestra algunos aranceles representativos que existían en
los años ochenta en Estados Unidos y en Japón. A título de
ejemplo, Estados Unidos tiene actualmente un arancel de
«n 2,5 por ciento sobre los automóviles. Si un automóvil
extranjero cuesta 10.000S, el precio interior incluido el
arancel es de 10.250$. Un contingente es una limitación
de la cantidad de importaciones. Estados Unidos tiene contingentes sobre numerosos productos como los cacahuetes,
los textiles y el vacuno.
El arancel prohibitivo.
El caso más fácil de analizar es
el arancel prohibitivo, que es aquel que es tan alto que
ahoga totalmente los incentivos para importar. Volviendo a la Figura 35-7, ¿qué ocurriría si el arancel sobre el vestido
fuera superior a 4S por unidad (es decir, más que la diferencia entre el precio americano sin comercio de K.S y el
mundial de 4$)? Este arancel seria prohibitivo y ahogaría
todo el comercio de vestido. Cualquier importador que
comprara vestido al precio mundial de 4S podría venderlo
en América, a lo sumo, por el precio sin comercio de 8$.
Pero el arancel que habría de pagar el importador sería
superior a la diferencia entre el precio americano y el mundial. Por lo tanto, los aranceles prohibitivos matan todo el
comercio.
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