Con esto darnos por concluido nuestro análisis de la elegante teoría de la ventaja comparativa. Sus conclusiones se
aplican a cualquier número de países y de mercancías.
También puede generalizarse para abordar los casos en los
que hay muchos factores, en los que varían las proporciones de factores y hay rendimientos decrecientes.
Pero la ventaja comparativa tiene sus limitaciones. Su
principal defecto se encuentra en sus supuestos clásicos,
pues supone que la economía competitiva funciona fluidamente, que los precios y los salarios son flexibles y que no
hay desempleo involuntario. ¿Se cumpliría también la teoría
si los trabajadores del automóvil, suspendidos de empleo
al aumentar rápidamente Ja proporción de automóviles japoneses vendidos en el mercado norteamericano, no pudieran encontrar trabajo fácilmente? ¿Qué ocurriría si la sobrevaloración del tipo de cambio del dólar redujera la
demanda de obreros industriales y éstos no pudieran encontrar un empleo parecido en otros sectores? En esos casos, el
comercio podría muy bien desplazar a un país a puntos situados por debajo de su FPP al aumentar el desempleo y
disminuir el PIB.
Cuando la economía se encuentra en una
depresión o funciona mal, no podemos estar seguros de que los países se beneficiarán del comercio o de que la teoría de
la ventaja comparativa se cumplirá en todos los casos.
Dada esta matización, apenas cabe extrañarse de que
teoría de la ventaja comparativa tenga menos defensores durante los períodos de grandes perturbaciones macroeconómicas. Durante la Gran Depresión de los años treinta, al aumentar el desempleo y disminuir la producción real, l0s
países levantaron grandes muros arancelarios en sus fronteras por lo que el volumen de comercio exterior disminuyó acusadamente.
La ventaja comparativa recuperó su prestigio en el
período posterior a la Segunda Guerra Mundial, debido a
que la integración económica de los países industriales modernos condujo a un período de crecimiento económico sin
precedentes.
Pero en todas las recesiones el trabajo y el capital subutilizados presionan pitra que se protejan sus mercados de la competencia extranjera. Estas épocas de la historia nos recuerdan que la teoría clásica de la ventaja comparativa sólo es estrictamente válida cuando los tipos de cambio, los precios y los salarios son adecuados y cuando la política macroeconómica elimina los grandes ciclos económicos o las perturbaciones comerciales del panorama económico.
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