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jueves, 25 de septiembre de 2014

LA VENTAJA COMPARATIVA Y EL PROTECCIONISMO

Filosóficamente, el [NAFTA] es maravilloso, pero desde un punto de vista realista será malo para nuestro país. Va a crear una gigantesca sangría en Estados Unidos en un momento en el que necesitamos que entre empleo, no que salga. Los salarios mexicanos subirán a 7,5$ por hora y los nuestros bajarán a 7,5$ por hora. H. Ross Perot, criticando el Acuerdo Norteamericano de Ubre Comercio (NAFTA) en 1993 

Muchos norteamericanos ven con recelo, al igual que Perot, el comercio internacional. Oyen las campañas publicitarias que dicen «compre americano». Ven a sus vecinos conducir un automóvil extranjero, mientras los trabajadores norteamericanos del automóvil no encuentran trabajo. Y leen en los periódicos que otra empresa industrial se ha trasladado a México, Malasia o Irlanda. Sin embargo, los economistas de casi todo el mundo y de todas las convicciones políticas han marchado a otro son. La economía nos enseña que el comercio internacional es beneficioso para los países. Fomenta la especialización y aumenta las posibilidades de consumo de un país. Japón vende cámaras fotográficas norteamericanas; Estados Unidos vende computadoras a Australia; Australia cierra el círculo vendiendo carbón a Japón. Especializándose en sus áreas de mayor productividad relativa, cada país puede consumir más de lo que puede producir por sí solo. Esta es la esencia sencilla, aunque escurridiza, del comercio exterior que presentamos en este capítulo.

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